martes, 5 de enero de 2010

¿Por qué no eres rico?

No es una pregunta fácil. ¿Por qué no eres rico? ¿Por qué no eres un Piñera de la vida o un Farkas?

En primer lugar, no eres muy brillante, no tienes ingenio ni eres suficientemente perseverante. No tienes suerte, no has ganado ninguna herencia ni ningún tipo de educación que te haya guiado hacia el éxito desde la cuna.

Eres como yo, del montón. No estoy aquí para darte ningún secreto para hacerte rico de un día para el otro ni para ponerte en el camino del éxito. Prefiero hacer algo que la gente sólo hace a tus espaldas: voy a burlarme de ti.

Sí, no tení plata y tu polola no tiene silicona en ninguna parte de su cuerpo. Qué desastre tu vida, ¿verdad? Pero bueno... nadie es perfecto.

¿Por qué, entonces, no eres rico? La razón es simple: todo el mundo quiere ser rico. Claro que, si preguntas por ahí, la gente te va a decir “no, si a mí no me interesa la plata”; “soy feliz tal y como soy”, bla, bla, bla... Y no digo que están mintiendo 100%, pero sí en un 99,5% aproximadamente.

A esas mismas personas, si les preguntas “Qué desearías si un genio te ofrece un deseo?”. Puedo asegurar con certeza científica que más de 90% de esas personas dirían “quiero ser millonario”. Las que no lo desean, no lo hacen porque de verdad tienen otra cosa que les perturba aun más que el hecho de no tener plata o porque ya son millonarios o muy ricos y sería un desperdicio pedir más plata cuando tienen poderes cósmicos en la punta de sus dedos.

Aladino, miles de años atrás, fue tan predecible como tú y yo y, como primer pedido, pidió convertirse en un príncipe (dinero y status, nada mal...) Todos quieren plata... quieren ser millonarios. Por algo Don Francisco (el hombre que entiende mejor a las masas en nuestro país) quiso ser parte de un programa llamado “¿Quién quiere ser millonario?” Y es que ante una pregunta así, es difícil no levantar la mano.

Si fuiste uno de lo que levantó las manos ante esa pregunta, ahora te diré las razones económicas por las cuales no tienes millones de dólares en la cuenta bancaria: porque eres parte de un sistema que no te lo permite. Sólo algunos afortunados pueden hacer parte de ese selecto grupo y no estás en la lista de ellos. Así de simple.

La aristocracia – si así prefieres llamarlos – no sólo tienen el poder, sino que te discriminan por no tenerlo. Es triste, pero trabajamos para ellos. Esto no lo digo por resentimiento ni por ideas comunistas, sino que simplemente estoy haciendo una afirmación que no puede ser negada: para que hayan ricos, tienen que haber pobres.

Simple, ¿verdad? No eres rico si no tienes un pobre lavándote los pies o moviendo una hoja de palmera sobre la cabeza. Es aterrador, pero muy simple. Y es bien obvio. No es como que te estoy revelando una gran verdad. Recuerda que mi objetivo no es revelarte nada, sino que burlarme de ti y hacerte saber que tus probabilidades de ser millonario son muy bajas.

Y la explicación no es muy complicada. En una sociedad donde todos quieren llegar a lo más alto, tienes millones de personas peleando contra ti para alcanzar esos cupo tan escasos y, por eso mismo, tan soñados. Es como entrar en medicina en la Universidad de Chile, sólo que mucho más difícil.

Y es que ser rico es una cosa. Ser millonario es otra y a estoy hablando de esos huevones que pueden quemar un cerro de billetes de 20 lucas sin que siquiera se les arrugue un poco el rostro.

Las malas noticias son que, por más que ganes mucha plata, no vas a ser parte de la aristocracia, dado que no les agradan los intrusos. Les da miedo de que su posición sea frágil y que se haga muy fácil la pega para los pobres para llegar a su nivel. Si un roto puede entrar, mañana cualquiera puee hacerlo. Y eso los asusta. De hecho, es lo único que los asusta: perder el status. Por eso el comunismo es algo tan aborrecido en las altas esferas.

La sola idea de tener que ir al Palacio de la Moneda y darle la mano a un presidente que algún día le lustró las botas es repulsivo. Que los rotos tengan la misma plata que ellos, que ya no puedan tener siete nanas y tener que mandar a sus hijos a un colegio a jugar a la pinta con el hijo del jardinero es simplemente impensable.

Es divertida su mentalidad, siempre me ha llamado la atención. Aborrecen a los rotos, pero se rodean muchísimo de ellos. Las mujeres pasan más tiempo con las nanas que con los maridos, ven más al jardinero que a sus amiguis, conversan más con el peluquero que con los padres de los amigos de sus hijos. No les agrada, pero insisten en rodearse de ellos. Mejor que limpiar el guater, cortar el pasto o lavar el auto. No te aceptan, te soportan.



Pero seguro piensas: si tengo plata, puedo entrar a su mundillo fácilmente. Bueno, craso error.

Pongamos que has hecho todo muy correctamente para pertenecer a este grupo: te portas bien, eres refinado, culto y educado y has ganado tu dinero a base de mucho trabajo y esfuerzo. Pero te faltó algo: nacer rico. Eso es razón suficiente como para que los millonarios de verdad no te quieran mucho. Puedes decir que no te importa, pero cuando eres nuevo en un colegio, quieres que tus compañeros te quieran, ¿o no? No quieres sentarte en el fondo de la sala esperando a que termine la clase para juntarte con tus amigos más pobres afuera.

Pero no te desesperes. Si insistes y mantienes tu plata, quizás tus nietos tengan una oportunidad. Es mejor que nada. Las buena noticia es que nadie te tiene que aceptar para tener millones de dólares en el banco. Sólo tienes que encontrar un negocio que sea exitoso, cagarte a un par de personas y cuidar para que nadie te cague en el proceso. Una vez con plata, trata de comprarte unos amigos. Son más baratos de lo que te imaginas.

Y en este contexto, piensa que si puedes comprar amigos, también puedes contratar el servicio de muchas personas. Puedes tener siete nanas, dos choferes, un mayordomo, tres jardineros, dos prostitutas más o menos fijas (cuando te aburras pagai una distinta por la noche), una amante y un enano que baile para entretenerte (los enanos son maravillosos).

Tampoco hay límite en las cosas que puedes comprar. Mansiones, empresas, yates, casas alrededor del mundo, helicópteros, jets, joyas, juguetes sexuales masoquistas, whisky, champaña de lujo y todo lo que te puedas imaginar. Si tienes suficiente plata, puedes comprar lo que sea. La plata es universal: si la tienes, todo el mundo te la acepta. Nadie tiene que aprobar cómo te conseguiste esa plata, con tal de que puedan sacarla de tu bolsillo y ponerlo en el de ellos.

En este contexto, ¿cómo puede todo el mundo ser rico? Imposible. Alguien tiene que limpiarte la casa y la oficina. Alguien tiene que cortar tu pasto, servirte bebidas, mantener y pilotar tu yate y bailar por dinero. Alguien tiene que hacerlo y, quien tiene plata, no lo va a hacer. Si crees tener plata, pero la plata no te alcanza ni para pagar un jardinero, quiere decir que tu percepción de riqueza está un poquito distorsionada.

Básicamente, no tienes dinero porque este es un sistema diseñado por ese compadre tomando champaña en su yate, quien no quiere dejar de hacerlo para tomar un Manquehuito en una plaza de Puente Alto.

Y sólo se queja del sistema quien no se beneficia excesivamente de éste. Los únicos ricos que se quejan son uno que otro adolescente que tiene que pasar por una etapa socialista con tal de diferenciarse de sus pares... para ser cool. Pero una vez que entienden que en un régimen más igualitario tendrían que empezar a irse a la universidad en micro y llevar comida de la casa para calentarlo en el microondas aguantando la cola que ello implica, entonces empiezan a valorar su Corsa... y piden ese BMW que sus papás le ofrecieron en un principio, pero que no quisieron aceptar por encontrar que los haría verse más cuicos.

Y es que, si eres rico, sólo te quejas de cosas más insignificantes. Te quejas porque tu hija está pololeando con un niño de Las Condes cuyos padres ganan sólo unos $10 millones mensuales. Te quejas porque los rotos están invadiendo el cerro, porque subieron los impuestos y ya no podrás ir a Paris este año, sino que tan sólo a Madrid o porque el té del country club estaba tibio y no caliente. Jamás del sistema.

Seguro que quieren menos impuestos y menos control estatal para aumentar aun más sus ganancias, pero están más que felices con el sistema en sí. Y es que el sistema es lo que les permite estar donde se encuentran: en control. Pero hay que ser justos. Nadie se hace rico de la noche a la mañana, sino que hay esfuerzo de por medio. No hay que ser resentido y reconocer los esfuerzos de los ricachones.

Pero que un compadre esté tirando caviar a la basura porque no está tan fresco como le gustaría mientras otros se mueren por un plato de tallarines en una población no es algo aceptable. Pero es el mundo en el que vivimos. Y sin humillar a los pobres, uno no se siente tan bien por tener plata.

Y es porque todo es una cuestión de medida. Si nacieras hoy y no conocieras a ningún otro ser humano en tu tiempo de vida, no serías ni flaco ni gordo, ni alto ni bajo, ni rico ni pobre. No serías ninguna de esas cosas porque no tienes con quien compararte.

Hoy en día, si pesas 150 kilos, eres un gordo. Pero si el día de mañana, el promedio chileno es 200 kilos, súbitamente eres flaco. Lo mismo pasa con tu altura, belleza, color de piel y cantidad de dinero.

Y en un país donde los ricos son estúpidamente ricos, la miseria es algo aun más notoria. Y te sientes más y más rico cuando la pobreza es más y más profunda.

Entonces, ¿por qué no eres millonario? Por dos razones: naciste en la familia equivocada y estás leyendo esto en este momento en vez de estar trabajando, tratando de multiplicar tu plata.

Pero no ser millonario no es nada tan terrible... siempre y cuando no seai pobre. Ahí sí estai cagado y ahí sí que tení que trabajar como enfermo para salirte de donde estai... y, una vez más, no estar leyendo este blog de mala muerte.

Yo no soy pobre, pero tampoco soy ningún magnate. Soy como tú o cualquier otra persona y todo lo dicho aquí también se aplica para mí. Pero lo que me falta es un cambio de mentalidad.

Piñera, por ejemplo, es millonario de una forma que nosotros los mortales no podemos dimensionar bien. Tiene tanta plata que es difícil gastar tanta como para hacer una diferencia en las cifras y ese es un fenómeno jamás experimentado por tu sueldo. ¿Y qué harías tú con su plata?

No sé ustedes, pero yo ya estaría en el Caribe, en mi isla privada, tomándome un margarita, sentado en un flotador en mi piscina con vista a un atardecer en el mar. Y Piñera podría estar ahí, haciendo todas las cosas mencionadas, pero no quiere.

En vez de eso, anda por ahí metiéndose en barrios marginales y malolientes, besando guaguas feas, escuchando a viejas aun más feas, soportando todo tipo de críticas, protestas de pokemones comunistas, tratando de esconder todos sus negocios sucios de la ley y de los demás candidatos y, como si fuera poco, teniendo que escuchar que fulano de tal quiere un cargo cuando sea presidente y que, si quieres poner a fulano aquí, tienes que contratar a éste otro por tratos partidarios... y son tantas cosas, que da lata mencionarlas todas.

¿Por qué Piñera está donde está, durmiendo cuatro horas diarias y soportando todo tipo de stress y no en el Caribe? Si le preguntas a él, seguro que te responde lo que siempre responde: “He dedicado mi vida al servicio público y quiero hacer de Chile un mejor lugar” o cualquier otra basura similar que él sienta que lo beneficiará en las encuestas.

Pero la verdad es otra. No es bondad, sino que ansias de poder. Piñera no quiere descansar, sino que quiere entrar a algún libro de historia en el futuro y satisfacer su ego y capricho. Ha ganado toda la plata que jamás se imaginó y ahora quiere más. “Hablen bien, hablen mal, no importa... lo importante es que los cabros chicos tengan que memorizarse mi nombre para alguna prueba de colegio en 30 años más...” Así piensa un Piñera y así no piensas tú.

Piñera soporta todo eso sin tener que hacerlo, mientras que tú, cuando tienes que hacer algo por necesidad, ni siquiera le pones un empeño tremendo. Y es porque eres normal. El objetivo de la vida según la mentalidad occidental es ser feliz y, sinceramente, no creo que Piñera sea un hombre feliz.

Un hombre que no puede estar seguro de sí mismo, sino que tiene que estar compensando su pequeño pene todo el día con plata, empresas y ahora tratando de ser presidente, no puede ser feliz. Yo, hombre guatoncito, flojo y cuya máxima ambición es comprarse una casa de dos pisos con piscina, sauna y jacuzzi, soy harto más feliz porque sé disfrutar la vida y no tengo esa constante necesidad de mostrarle a todo el mundo el tamaño de mi pene. Soy feliz. En todo caso, para satisfacer su curiosidad, es enorme la hueá.
Para resumir, ¿por qué no eres millonario? Porque naciste en una mala familia y con un cerebro poco adecuado para este sistema, que premia al que roba, miente y pisa los cadáveres de sus oponentes como si nada. Y no es que tú y yo no estemos dispuestos a hacer todas esas cosas, sino que, para nuestra desgracia, no sabemos hacerlo bien (sin contar con el hecho de que nos cuesta despertar temprano y concentrarnos en algo aburrido por más de cinco minutos).

Pero está bien eso, porque no necesitas plata para ser feliz. Sólo necesitas amor, afecto, amistad y...


Mejor paremos este discurso barato... ¿a quién queremos engañar? Sí necesitai plata para ser feliz, así que apenas termines de leer esto, planea el robo de un banco y cuando tengas un buen plan, pégame un llamado, ¿OK?